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jueves, 20 de agosto de 2009

URIBE NO ES PRESIDENTE DE LOS COLOMBIANOS, SINO PELELE DE CLINTON Y SU SIRVIENTE OBAMA: NOA LAS BASES MILITARES EN AMÉRICA LATINA

opinión tomada de LA JORNADA www.jornada.unam.mx



Caras de la ocupación yanqui

Ángel Guerra Cabrera

Las siete bases militares de Estados Unidos en Colombia constituyen nodos indispensables de un vasto y flexible repertorio continental de opciones e instrumentos para ampliar y reforzar el control militar territorial de la potencia del norte sobre América Latina y sus recursos naturales. Las bases actuarán como centros de comando y control o de inteligencia en unos casos; en otros, como el aeródromo militar de Palanqueros, proporcionarán pistas a los grandes aviones de trasporte de tropas y los bombarderos para actuar con la mayor celeridad en todo el territorio de América del Sur sin reabastecerse de combustible. Con la entrega de esa facilidad Uribe permite a Washington suplir con creces la pérdida de Manta, de donde fue desalojada por la digna decisión del presidente Correa. En el área de América Central y el Caribe tiene un papel estratégico la base de Palmerola, también conocida como Soto Cano, de sospechoso papel en el golpe militar contra el presidente Zelaya.

Washington ha modificado las concepciones sobre las bases, que exigían grandes construcciones con miles de soldados, acompañados con frecuencia de sus familias. Aunque mantiene cientos de estas instalaciones, en América Latina privilegia en la actualidad el nuevo concepto definido con la sigla en inglés FOL (Posiciones Avanzadas de Operaciones), que pueden funcionar con una dotación relativamente pequeña gracias a la alta tecnología. Ésta y el rechazo a las bases yanquis, ha llevado a Washington a extender las FOL a donde quiera que ha podido al sur del río Bravo, no importa si por razones políticas tiene que cambiarles el nombre por uno menos inofensivo. El pragmatismo vulgar y la mentira son típicos de la diplomacia monroísta, de modo que no deben asombrarnos las recientes declaraciones de la secretaria de Estado Clinton y su colega colombiano tratando de hacernos creer que las bases no son bases ni son yanquis ni amenazan a otro país, ni implicarán aumento del personal militar estadunidense en Colombia por sobre lo autorizado por el Congreso de Washington.

Independientemente de la bien ganada fama de mentirosos de los funcionarios de Estados Unidos, la propia Clinton hizo una contribución señera a esta tradición cuando en su pugna por la candidatura demócrata aseguró haberse bajado del avión en Sarajevo bajo una balacera para tener que retractarse al día siguiente. Ahora nos regala esta perla sobre las bases en Colombia: No habrá un aumento significativo permanente en el personal militar (las cursivas son mías). Es decir, ya se prevé un aumento no permanente de las tropas y medios de combate estadunidenses para en el momento preciso –el ensayo fue Sucumbíos– coadyuvar a ataques de fuerzas colombianas contra Venezuela, Ecuador, Bolivia o Brasil. Lo usual es que una vez que los yanquis pongan las botas en un país no se van a menos que los saquen, ya sea por la guerra popular como en Vietnam o mediante el pacífico y heroico proceder de los puertorriqueños en Vieques.

La entrega de las bases de Colombia podría calificarse de un acto de alta traición a América Latina si Uribe no fuera desde hace tiempo el político más genuflexo y servil a Estados Unidos en la región, que es mucho decir. Es muy gráfico cómo mientras el gobierno ecuatoriano saca un puñal del costillar latinoamericano, Uribe le clava siete. Lo que sí no hay duda es que la condición de hombres o mujeres patriotas y dignos de los presidentes latinoamericanos de esta época dependerá de su inequívoco, firme, combativo y explícito rechazo al emplazamiento de esas bases. En cuanto a los movimientos populares de América Latina, hoy no existe tarea más importante que iniciar sin pérdida de tiempo un gran movimiento para expulsar las bases yanquis, viejas y nuevas, de la Patria Grande.

Pero la militarización yanqui incluye también a aquellos ejércitos latinoamericanos que con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo se están convirtiendo en fuerzas de ocupación en sus propios países que suprimen los derechos y garantías ciudadanas y conceptúan como enemigos a todos los focos de disidencia política o resistencia popular contra el sistema dominante. Otro tanto puede decirse de las fuerzas paramilitares, con presencia creciente al servicio del poder en las áreas de conflicto social y, por ejemplo, en la subversión contra los gobiernos de Venezuela y Bolivia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vian los 60. Porque realmente esa es la epoca que experimente al leer este articulo, no es solo la fraseologia empleada, tambien la teoria que expone. Vamos, por favor, vuelve a la realidad y comprende que ningun pais del mundo puede tener en mente una invasion de un pais suramericano, no somos las bananas republic de otros tiempos, ahora tenemos educacion y podemos habalr al mundo. dejemos de pasar el tiempo criticando a los "gringos" y dediquemonos a hacer algo constructivo por nuestros paises.

Unknown dijo...

Sí, es cierto. Lo que se experimenta es el ambiente de los 60. Tal vez latinoamèrica ha cambiado, ahì està el gran ejemplo de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador. Pero el problema està en que Los Estados Unidos no ha cambiado en nada y su pretensiòn de dominar amèrica latina està ahora màs vigente que nunca.
Ojalà estuvièramos equivocados, lo cual nos darìa mucho gusto.
Finalmente, nuestras particulares opiniones son, en todo caso, contra los gobiernos de E.U., nunca contra el pueblo norteamericano, al cual respetamos profundamente y reconocemos todo lo que ha aportado al progreso de la humanidad.
Igualmente contra el gobierno de Àlvaro Uribe, nunca contra el pueblo colombiano al cual respetamos y apreciamos mucho.