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martes, 23 de octubre de 2012

LA FUERZA DE LA MIRADA: Sobre las violadas de Enrique Peña Nieto en Atenco


copiado de http://chacatorex.blogspot.com.es

La fuerza de la mirada

UN ENSAYO FOTOGRAFICO SOBRE UN GRUPO DE MUJERES VICTIMAS DE TORTURAS SEXUALES EN MEXICO
En 2006, Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del estado de México y ahora presidente electo del país, ordenó frenar una marcha por tierras. La represión incluyó la violación de decenas de mujeres. La fotógrafa Liliana Zaragoza Cano retrató a las víctimas. La muestra ya recorre el mundo.

Liliana Zaragoza Cano,
la fotógrafa autora de
la muestra Mirada sostenida.

Por Sonia Santoro
Página12 21/10/2012 

Italia, Suhelen, Cristina, Norma, Claudia, Yolanda, Paty, Mariana, Edith, Ana María. Diez nombres. Diez rostros. Diez pares de ojos que sostienen la mirada para resistir. Que no bajan la cabeza, a seis años de haber sido torturadas sexualmente en lo que se conoce como el Caso Mujeres de Atenco. “Yo quería hablar no de la tortura sexual en sí misma sino de cómo estas mujeres apuestan por las que son, por las que fueron y las que siguen siendo, con esa claridad, ese dolor y ese coraje que se ha ido transformando en fuerza”, dice Liliana Zaragoza Cano, la fotógrafa autora de la muestra Mirada sostenida, que retrata a las víctimas de aquella barbarie.
El 3 y el 4 de mayo de 2006, Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del estado de México y ahora presidente electo del país, ordenó reprimir brutalmente una manifestación pacífica de personas solidarias con el Frente de Pueblos en defensa de la Tierra, en San Salvador Atenco y Texcoco. Hubo 200 personas detenidas, dos muertos, además de 46 mujeres que sufrieron agresiones sexuales y 27 a las que torturaron sexualmente.

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Seis años después, 12 de las 27 mujeres sobrevivientes de tortura sexual sostienen una denuncia contra el Estado mexicano en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Diez forman parte de esta muestra colectiva que por estos meses dará vueltas por el Cono Sur. Por estos días se exhibe en el Museo de la Universidad de Tucumán.
Hace un par de años, cuando Liliana Zaragoza trabajaba en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez en la Ciudad de México, vio por primera vez a algunas de las mujeres denunciantes de tortura sexual de Atenco. Lo que la decidió a encarar este proyecto fue “el cómo estas mujeres, en ese entonces a los casi cinco años de mantenerse firmes en una denuncia pública contra el Estado mexicano por tortura sexual, no bajaban la cabeza, no se asumían como víctimas ni heroínas y, por el contrario, miraban con un coraje tan duro como conciliatorio. Y entonces me dejé tocar y decidí sostenerles la mirada”.
Durante el proceso de acompañar y construir el proyecto junto con las chicas, Liliana comprendió que “resistir es sostener la mirada, y sostener la mirada es abrazar la memoria, tocar sin miedo y reescribir sobre las cicatrices capas de piel adentro. Rehabitar las pieles que somos. Intervenir la propia existencia para resignificar las miradas que nos habitan”.
Había que pararse frente a la violencia poniendo el pecho y sosteniendo la mirada. 
–¿Cómo se acercó a las mujeres? ¿Y cómo fue la recepción de ellas? 
–Fue de a poco, no a todas, ni al mismo tiempo.
Las reacciones fueron tan diversas como ellas mismas: son mujeres que van de los 26 a los 68 años, que convergieron en Atenco y Texcoco el 3 y 4 de mayo, cuando se ordenó la represión. Varían desde su nacionalidad, sus suelos, su ocupación, sus voces, sus sueños. Sólo algunas eran activistas. No todas se conocen. Ninguna es de Atenco. Algunas son de Texcoco y no tenían nada que ver con la manifestación pacífica. Seis años después se mantienen firmes.
El hecho de que sean doce las que permanecen en la denuncia no quiere decir que son amigas, que se conocen o que comparten posiciones políticas; no son un colectivo. Las une el deseo de transformar algo desde sí mismas, y de que se garantice que jamás se volverá a repetir.
Dice Liliana que este proyecto tiene presente también a las 46 que sufrieron agresiones sexuales y “a cada una de las mujeres y hombres que deciden volver a sus pieles, repararse los daños, unirse a la exigencia de la no repetición, y construir un proceso ético de justicia sin agachar la cabeza”.
En la web (miradasostenida.net) sólo hay cinco historias completas. Se trata de un proyecto en construcción constante y ante la coyuntura política del proceso electoral para elegir presidente en México, Liliana decidió hacerlo público lo más pronto posible. “La situación se tornó muy crítica; había que articular esfuerzos para que en lugar de apatía y frustración, el dolor y el coraje de tantos años acumulados de violencia sistemática, muerte y violaciones continuas a los derechos humanos, se transformara en fuerza y movilizara las ganas por atender una vigilancia ética que implicaba intervenir nuestra historia”, dice. 
–¿Cómo viven ellas el hecho de que quien ordenó la represión hoy sea presidente? 
–Lo único claro es que están llenas de rabia y no piensan soltar ni su denuncia ni el eje de su mirada.
Una de ellas dice que la peor tortura ha sido el proceso judicial... Porque así ha sido. Repetir una y otra vez, cuestión que es parte de esa estrategia del Estado mexicano para terminar de romper con el tejido social: primero reprime y, para generar miedo, utiliza los cuerpos de mujeres como botín de guerra. Nunca se responsabiliza y, en cambio, las llama mentirosas, las revictimiza, las agota y las intenta callar. Mientras el Estado no se responsabilice, el caso sigue impune. Ante la falta de respuesta, actualmente el caso está en revisión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. 
–¿Cuál es la recepción del público frente a la muestra? 
–La primera salida del proyecto decidimos que fuera a través de un sitio web. La estrategia de movilización fue a través de las redes sociales como Facebook y Twitter. Nunca imaginamos el alcance que tendría. La web sale en junio y casi de inmediato comienza a acercarse muchísima gente; fue tan sorprendente como conmovedor. Me buscaban para proponer formas de colaborar y mover el trabajo, para ponerse en contacto con las chicas, para solidarizarse desde donde fuera, para simplemente hacer cómplice la mirada. Una de las cosas más bonitas ha sido la cantidad de personas que escribe para proponer traducir la web entera a sus idiomas. En este momento ya contamos con el alemán, se está terminando en italiano, y estamos en espera del inglés, portugués, francés y noruego. El propio diseño de la web y los materiales descargables que ahí pueden encontrar también son parte de las formas de colaboración que conforman Mirada sostenida.

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Mirada Sostenida

   
Tras 6 años de la represión en San Salvador Atenco y Texcoco, de las 27 mujeres sobrevivientes de tortura sexual, 12 mantienen una denuncia pública contra el Estado mexicano. Mirada sostenida es un proyecto fotográfico que plantea un acercamiento a la resignificación personal y colectiva de la propia memoria. Cada una de ellas eligió un lugar que durante el proceso de estos seis años le ha sido significativo, y que volver a él simbolizara una reconciliación con su propia historia. 

Mirada sostenida | Liliana Zaragoza Cano

Resistir es sostener la mirada. Sostener la mirada es abrazar la memoria, tocar sin miedo y reescribir sobre las cicatrices capas de piel adentro. Rehabitar las pieles que somos. Intervenir la propia existencia para resignificar las miradas que nos habitan.

Tras 6 años de la represión en San Salvador Atenco y Texcoco, de las 27 mujeres sobrevivientes de tortura sexual, 12 mantienen una denuncia pública contra el Estado mexicano.

Mirada sostenida es un proyecto fotográfico que plantea un acercamiento a la resignificación individual y colectiva de la propia memoria. Cada una de las 12 mujeres eligió un lugar que durante el proceso de estos 6 años le ha sido significativo y que volver a él simbolizara una reconciliación con su propia historia.

Mujeres que ponen el pecho

Diez historias de vida que convergen en la represión y se reencuentran en la resistencia y la búsqueda por un proceso justo. Diferencias desde la edad –que abarca de los veinticuatro a los sesenta y cinco años–, de nacionalidad, de suelos, de ocupación, de voces, de sueños. Solo algunas eran activistas. No todas se conocen. La idea de la denuncia surge dentro de la cárcel en los primeros 15 días de su detención para exigir la libertad de los presos políticos. Con el tiempo y tras la liberación de los presos, toma sus matices en la búsqueda por alcanzar la justicia a través de un proceso jurídico, de señalamientos públicos, de la exigencia por la no repetición; de reconstruir un proceso de justicia alternativa, de la recuperación y sanación del propio proceso, y principalmente, de romper el silencio y pronunciar su palabra de mujer que hace cimbrar a este país. Leer más..
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